Acompañados de unas 1000 ovejas, los pastores de Uztárroz, como Tomás Indurain, emprendían su viaje de 5 días atravesando la sierra de Burgui, Navascúes, Leyre y Gabarderal hasta llegar a las Bardenas. No obstante, a la llegada de cada pueblo debían avisar con antelación al guarda, ya que debían pagar 2 pesetas por cada 100 ovejas.

Los pastores solían portar abarcas y espalderos curtidos por el guarnicionero de Isaba. Incluso en los días de lluvia usaban estas prendas sin poder evitar empaparse. Puesto que eran 22 pueblos congozantes, a la llegada de las ovejas el día de San Miguel, llegaban a juntarse más de 80.000 ovejas del valle del Roncal, Salazar y de la Ribera. Como distintivo, a las ovejas de cada rebaño se les marcaba las ovejas y también, se les aplicaba hierro candente directamente sobre la piel dejando ver el símbolo que representaba a cada casa.

Una vez llegados al pueblo, almorzaban migas con setas, jamón o tocino, y dormían todos en una cabaña. Cabe destacar que no disponían de corrales para los animales, por lo que usaban piedras apiladas sin cemento y día tras día debían volver a colocar las piedras caídas. Tras pernoctar, a primeras horas de la mañana, cada pastor se iba con su ganado por diferentes sendas para continuar con su viaje.

A mediados de mayo la vuelta se realizaba en un total de 5 días desde Miranda de Arga. Por las noches se unía a las ovejas en Sangüesa, Leyre y Burgui. Finalmente, al llegar a Uztárroz, se dedicaban a hacer queso.